viernes, 30 de julio de 2010

COMO BIEN, ME VEO BIEN


COMO BIEN,  ME VEO BIEN

Función de los alimentos


Conociendo que los alimentos pueden ser divididos según su contenido en substratos, surge que podamos clasificarlos según la función que aportan al organismo. Las funciones u objetivos principales de la alimentación es el aporte energético, el plástico el regulador y el de reserva. Por ello, la división de los alimentos por función se puede mostrar de la siguiente forma:

Energéticos:                       Hidratos de Carbono y Grasas

Plásticos:                            Proteínas

Reguladores:                      Minerales y Vitaminas

Fisicamente para efectuar cualquier tipo de transformación o movimiento se insume energía, por ello se requiere energía y una reserva. Para la persona es indispensable la formación de músculos y estructura, por tanto eso es la plástica. Y como el organismo debe estar ordenado y regulado, aparecen los reguladores metabólicos y orgánicos.

Si bien suponíamos que las proteínas aportaban energía por clasificarse como orgánicas, la energía que aportan es de cantidad mínima por tanto no las identificamos como fuente principal de energía.

Así mismo, a los tres substratos podemos exponerlos, en forma muy sintetizada, por como intervienen en el proceso metabólico:

Hidratos de Carbono:                   Energía + Calor + Anhídrido Carbónico + Agua


Grasas:                                        Energía + Calor + Anhídrido Carbónico + Agua


Proteínas:                                    Energía + Calor + Anhídrido Carbónico + Productos Nitrogenados

Vitaminas y Minerales:                 Enzimas y Co-enzimas


Objetivos de la Alimentación


Los propósitos principales de la alimentación pueden ser varios, pero en general se los puede resumir de acuerdo a cuatro objetivos principales:

El aporte energético, el plástico, el regulador y el aporte de reserva.

Aporte energético: Este es el principal para cualquier ser humano y para cualquier actividad que se desempeñe. Los aportes de hidratos de carbono, proteínas y grasas (substratos) deben estar dados en cantidad, calidad y proporción adecuados. A través de esto, lo que se logra es el correcto funcionamiento del sistema metabólico.

Aporte plástico: Para cumplir este propósito deben considerarse la incorporación adecuada de proteínas y ciertos minerales. Las proteínas son parte básica de la estructura de toda célula viviente y ejercen la función indispensable de construcción de tejidos. Dentro de los minerales a tener en cuenta, debemos mencionar el calcio, quien como elemento plástico cumple un papel fundamental en la contracción muscular y en la transmisión de los impulsos nerviosos. Por último, las grasas también intervienen en la función plástica para con el sistema nervioso.

El aporte regulador viene dado generalmente por la incorporación al organismo de vitaminas y minerales. En el caso de las vitaminas, funcionando como catalizadoras de las reacciones bioquímicas permitiendo la liberación de energía.

El aporte de reserva: Teniendo en cuenta que hidratos de carbono y grasas son las principales fuentes de energía, se presupone el almacenamiento de estos substratos en el organismo para colaborar en el metabolismo energético a la hora de un esfuerzo. Las grasas son facilmente acumulables, por tanto no presentan problemas de almacenamiento ni disponibilidad. Todas las personas cuentan con un porcentaje de grasas considerable comparativo con su peso, aproximadamente un 11% del peso de una persona en buen estado físico que desarrolle actividad en forma cotidiana. (7 kilogramos, para una persona de 70 kilogramos de peso) Los hidratos de carbono son acumulados como glucógenos por el hígado y músculos, pero no superan el 0,5% del peso total del individuo (500 gramos en una persona de 70 Kg. de peso.) Este glucógeno se va metabolizando a glucosa y así convirtiendo en energía. Por esta causa aparece la fatiga muscular después del gasto excesivo de glucógeno después del ejercicio.


Fuentes:
Lic. Marcela Licata - zonadiet.com

El uso y mal uso del agua en el hogar

Una de las principales causas del malgasto de agua en casa se debe a hábitos que no son siempre los más adecuados, como utilizar el lavavajillas cuando está vacío, bañarse en vez de ducharse y lavarse los dientes con el grifo abierto. Si añadimos posibles fugas, el despilfarro puede ser aún mayor. Revisa tus recibos.



¿Cuánto tiempo tardas en ducharte? ¿Tienes algún sistema de ahorro en tu cisterna del baño? ¿Pones el tapón del lavabo cuando te limpias las manos? Si en los dos últimos casos la respuesta es afirmativa... ¡enhorabuena! Estás contribuyendo a ahorrar agua sin traspasar las paredes de tu casa. En caso de que sea negativa, en Idea Sana EROSKI te proponemos unos gestos sencillos que te ayudarán a no malgastar este preciado bien. Y es que este líquido es un recurso al que estamos acostumbrados y del que a veces sufrimos carencias, sobre todo durante la época estival y en la franja sur de nuestro país, aunque en el Norte, no por tener más precipitaciones, está siempre garantizado su consumo.



El primer paso para saber si derrochamos agua en nuestro hogar es conocer cuál es el caudal real de la misma. Házte con un recipiente de entre cinco y diez litros y colócalo bajo el grifo durante medio minuto. A continuación, mide el volumen y el resultado lo multiplicas por dos. Habrás averiguado así el caudal por minuto.



Descarta las fugas

La mayoría de las campañas que fomentan el ahorro del líquido elemento apunta a un consumo irresponsable por parte de los individuos, a pesar de que no siempre es así. En ocasiones, las averías y las fugas pueden ser las responsables de este gasto extra, hasta el punto de llegar a provocar el derroche de 180 litros de agua anuales. Un despilfarro que se nota no sólo en el medio ambiente, sino también en nuestros bolsillos, por lo que debemos vigilar los medidores de consumo y leer con detenimiento los recibos, acciones que pueden ayudarnos a descubrir posibles fugas.



Una vez que hemos descartado las averías, lo ideal es instalar economizadores en grifos, duchas e inodoros. Con esta medida podemos ahorrar hasta un 40% del agua. En la actualidad, el mercado ofrece aparatos muy eficaces con sistemas de ahorro ya implantados, aunque en el caso concreto de los inodoros también hay trucos para mejorar su rendimiento, consistentes en reducir la capacidad de los tanques.

Un ejemplo de estos dispositivos ahorradores son los perlizadores, que sustituyen a los filtros habituales de los grifos. Su funcionamiento consiste en mezclar agua con aire para producir un chorro abundante y suave, de modo que se consigue ahorrar hasta un 50% de agua y energía. Los reductores de caudal son aparatos que se acoplan a las duchas, entre el flexo y el grifo, o entre la alcachofa y el tubo.

Por otro lado, el cabezal eficiente de las duchas sustituye al habitual por uno que produce un chorro abundante y suave, sin disminuir el confort. La doble descarga y los contrapesos forman parte también de esta familia de dispositivos. El primero es un economizador para cisternas que dispone de dos pulsadores para accionar la descarga. Uno de ellos suelta tres litros, y el otro, diez. Los contrapesos son economizadores pero se ajustan al mecanismo normal de tal manera que se acoplan a la válvula, cerrándola al soltar el pulsador o tirador.



Evita el malgasto

Implantar economizadores y descartar fugas es sólo el primer paso a la hora de fomentar el ahorro de agua en el hogar. A partir de este punto, lo mejor es recapacitar sobre una serie de hábitos cotidianos: si dejamos o no el grifo abierto mientras nos cepillamos los dientes, si llenamos la bañera hasta arriba, o incluso si paramos el agua mientras nos enjabonamos. Lo mejor es pasar a la acción mediante gestos sencillos. Descongela los alimentos sacándolos con suficiente tiempo de antelación para que no sea necesario recurrir al grifo. Además, conviene que nos acostumbremos a ducharnos en lugar de llenar la bañera. Son gestos que conviene revisar porque, aunque puedan parecer nimios, pueden provocar pérdidas de entre 20 y 40 litros de agua.

La lavadora y el lavavajillas forman parte de nuestra cotidianeidad y también de costumbres tendentes al malgasto. Al utilizar la lavadora es aconsejable que esté llena, así ahorraremos agua y también energía. Si vas a comprarte una nueva, opta por las de bajo consumo. En cuanto al lavaplatos, cada vez que lo utilizamos necesita, dependiendo del modelo, entre 20 y 40 litros de agua, una cantidad de la que debemos ser conscientes. Esta serie de técnicas y trucos nos permiten vivir de manera confortable sin que suponga una merma de la calidad y comodidad que tanto nos gustan. Otro aspecto que conviene que tengamos en cuenta es que el agua cubre el 80% de la superficie de la Tierra y tan sólo el 1% es agua dulce, destinada a usos domésticos, industriales, comerciales o turísticos.


                                                         agua